jueves, 13 de diciembre de 2007

Relato


Despiertas mis sensaciones, corren por la piel desbocándose en suspiros prolongados, el sudor cae lento por tu hombría mientras trazo la rara manía de besar tus sabores agrios, esos que extraviados en los pliegues de tu anatomía, desquician al pudor más sumiso que dormita en mi conciencia.
Pierdo la monotonía de mis días, desnudo los secretos más guardados en el recodo de la mujer, esa que va conmigo, extraviada en poesía sublime, procurando una ternura que se escapa sin medida entre cada fibra de mi ser.
Hurgadora de tu pasión, me convierto en la obsesa conquistadora de tu geografía, dejo dormir al intelecto, no hay pausas para pensar, el deseo se escapa cual corcel desbocado por mi vientre y estás ahí, en la espera libidinosa, buscAndo el amor en los besos, atisbando con tus manos las líneas de mi cintura, provocando la soltura de aquel suave vaivén.
Y soy la otra, aquella que despierta del pudor imaginario, descalzando la pasión que escribo en el diario, páginas secretas, gemidos y placer.
Extraña palabra tiene aquel beso esquivo mientras descubre la línea exacta de sus cavidades, humedad y sal, mujer y hombre en un extasiado ritual, mientras el sexo desbocado galopa entre las piernas, sumergido en éxtasis, aprisionado en deleites, torciendo lo sensato por aquel instante real, se entrega la mujer en libertad de ser poseída, sensación desprendida en mieles de amor.
Ella en él, fundidos en aquel dulce sabor amargo del tiempo corriendo en su contra, amantes en una noche de copas, el mañana será lento al despertar, mientras el amor se cuelga de sus ropas, posesionando el desnudo antes de marchar.
Humedad prendida en la seda de una cama, paredes que sin escuchar susurran aquel gemido profundo de una mujer, vaivén desquiciado de un ser que intenta retener el más dulce instante mientras sucumbe el placer.
Te amo, un susurro se confunde en el letargo nocturno, pasión que se descubre en los insomnios descolgados de la noche, dos amantes en perfecta comunión, entre aquellas paredes descubren el ritual de su amor.
Luego......
Exhalaba un sabor dulce, mezclado con el aroma de aquella piel que adormecida junto a ella se extraviaba en el sopor del cansancio, el amor había hecho su juego una vez más, amantes, solos en el rincón de aquella habitación, jurándose un amor eterno, se decían para mitigar la nueva separación, que por el resto de sus días se amarían, promesa de siempre que se quedaba colgada en aquel viejo retrato que como mudo testigo espiaba los rituales de aquella pareja.
Ella, piel canela, los años se iban acumulando de manera sútil sobre su anatomía, había cobrado aire de madures, se sentía plena en esas cuatro décadas que tenía escritas en algún papel, no le gustaba sacar balances de sus días, no por vanidad, no pretendía ocultar la vida que se le había escrito ya en la memoria, simplemente era libre de ser lo que era en cada día, siempre se decía que no le pertenecía ni el pasado ni el mañana, nada tenía más que su amor.
Había marcado ya tantos caminos, donde se encontró con el desquicio de la humanidad, jamás perdió su sonrisa ni su manera de pensar, se sentía libre de cualquier atadura que los demás pretendían imponerle, la rebeldía la acusaba en la mirada de sus mayores que lucharon por hacerla a imagen y semejanza de la supuesta perfección moral, ella no necesitaba de decálogos ni letanías para escurrirse de la maldad ajena, no era imitadora de poses vacías, la mesquindad le parecía trivial, una máscara de esas que usan los demás para esconder sus propias debilidades, ella las enfrentaba y hasta les sonreía, rebelde le decía y ella simplemente se reía.
Quisieron leerle las reglas de lo supuesto “normal” entre comillas se decía, porque nadie le había explicado lo anormal de la ironía y la mentira, los mandatos de la sociedad no se le imponían, era su libertad de pensar, sentir y porque no, hasta de soñar.
Cavilando en aquella habitación donde había jugado al amor, desnuda bajo unas sábanas blancas, tenía el cabello revuelto de las locuras que se le habían destilado en las fibras inquietas, escurriéndose en plena libertad al sentirla vivir en aquella piel, su boca aún sentía el sabor agrio y salado de aquella hombría, posaba sus dedos en aquellos labios que le hablaban de él, de su anatomía que ahora dormía en los sopores del reciente placer.
Ya no era una chiquilla, aquella que una tarde descubrió las sensaciones del sexo en un beso primero, lo nuevo era asi, inquietante y dulzón, su joven cuerpo respondía con fuerza a los deseos que se iban despertando en su juventud, descubriendo una manera distinta de sentir la vida sobre su piel, senos nuevos ignorantes de caricias, la curva de su espalda jamás descubierta, la juventud tenía ese impetú de un sexo ardiente, sin pausas, más con prisas que conocimiento.
Ahora, todo distinto, la madures le había dejado la pausa de cada caricia, el deleite de aromas y sabores, la pasión candente tenía un caminar lento dentro de su anatomía, sentía, vibraba y gemía, era la vida que se descolgaba en cada poro de su cuerpo, miradas profundas que pretendían descubrir en aquel hombre la fuerza de su deseo, besos hurgadores que irrumpían en veredas prohibidas, dedos aventureros que escribían en aquel lienzo sudoroso una nueva poesía.
Recorrió la estancia con el deseo de conjugarla perfecta, más las imperfecciones se presentaban con un dejo de ironía, no importaba se decía esas vanales apariencias, en aquel lecho junto a ella, el amor dormía, mientras ella en silencio nuevamente lo poseía en miradas tiernas que delineaban su hombría.
Allá afuera el mundo corría en sus poses de siempre, ella junto a su amando sonreía, había roto contra las imposiciones de una moral vacía, al amor no se le ponen rejas se decía, era ahí donde su rebeldía florecía, el coraje de una verdad mataba la mentira, era más importante el que dirán le repetían, que no podía dejar en libertad lo que sentía, replegarlo para la complacencia de los otros, esos que no te dan ni la sombra de un despojo pero que se sienten con la libertad de jusgarte y enjuiciarte, pretendiendo el derecho de señalarte, de llevarte por el supuesto camino de una moral vendida, impuesta por conveniencias y mentiras.
La verdad duerme a su lado, el sudor de su piel se ha secado, la pasión adormece entre sus piernas largas, se da la vuelta y de nuevo le besa con ternura la espalda.Se despierta y sonríe, la abraza y comienza en sus cuerpos una nueva sinfonía.
Sharito Mar-Copyright.

. Al leer este relato me ha recordado mucho a todas mis sensaciones, a lo que yo misma escribo.

Como no plagio dejo el nombre de la autora. Nunca doy por mias cosas que no lo son.