lunes, 12 de noviembre de 2007

No marchitas.

Flores.

Puede que al final todos seamos actores en una gran obra de
teatro,
cubiertos por una máscara que nos deja ver
sólo aquello que decidimos mostrar.
Quizás la vida se trate de eso,
de demostrar que podemos convertirnos en otros,
guardando bajo la coraza de hierro oxidado
nuestros verdaderos sentimientos.
Enseñar el verdadero rostro,
el de los ojos cristalinos,
eso,
eso sólo lo consiguen algunos valientes.
Luchar contra la diosa Soledad
es a veces más necio
que regirse por las leyes de la locura.
Por eso algunos deciden
coger el camino más corto,
el que lleva a la Nada.Puede que tenga razón, puede que vivamos en un continuo ir y venirde una punta a otra del precipicio, y que cada paso que damosnos puede llevar a caer en lo más hondo de nuestro ser.Somos vulnerables, somos extraños. Pero siempre conservamos la sonrisa.Y eso, sí... eso es lo mejor que tiene el ser humano.La sonrisa

A veces apetece saludar al cielo sabiendo que nadie te va a responder.

Porque de verdad, la vida son dos días, ahora más que nunca lo sabes. Así que no esperes a coger las flores cuando ya estén marchitas,perdiéndome en su lejanía imagino que todo es más sencillo.


Todo debe ser más sencillo.

Sin lagrimas.


Si acaso...

Arrímate.

No más lagrimas.














La mente.







Todos estamos soportando una mente condicionada que nos hace daño y nos roba la libertad interior, pero no nos decidimos a abandonarla; tenemos miedo y del miedo surge la demanda neurótica de seguridad, y cuanto más seguros queremos estar, más miedo tenemos.El ego y sus ideas son un grandísimo problema. Buda ya lo dijo: no hay peor enemigo que uno mismo. Nadie, ni tu mayor enemigo, te puede hacer tanto daño como tú mismo (el ego).
Cuando yo no estoy, se acabó el problema

Reloj de arena.

Como no tengo nada que hacer ,me sobra el tiempo para hacer muchas cosas.
Más vale un minuto de vida franca y sinera, que cien años de hipocresía.
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía sería Hest!

Piezas incompletas

Corazones de fuego.



Piezas Incompletas


Buscamos la felicidad y pensamos en el amor, pero los años nos enseñan que la felicidad, a veces, es ajena al amor y con sumisión debemos conformarnos con pequeños matices de situaciones parecidas a la felicidad.Nuestra mente sublima momentos de felicidad, que pretendemos eternizar aún sabiendo que nada perdura.El mayor tesoro que se puede tener, es el haber amado de verdad, con todo y por nada, aun que nos enfrentemos a momentos difíciles, en que toda fortaleza se diluya, podremos como quien se deleita en la observación de una joya fina contemplar el amor que se ha vivido.

En un momento de flaqueza volátil un rompecabezas de piezas incompletas.

laberinto

Laberintos locos .
Espirales que se cierran más y más , sobre sí mismas.
Una y otra vez perdida entre lineas.